viernes, 5 de marzo de 2010

Islas Malvinas: otra faceta del conflicto.



En estos últimos días ha sido noticia un tema que nunca ha dejado de preocupar a nuestro país: el conflicto por las Islas Malvinas. Esta vez, protagonizado por las apetencias económicas que despierta la exploración en busca de petróleo.
La instalación por parte de Gran Bretaña de una plataforma de exploración de hidrocarburos a 160 kilómetros de las Islas (dentro del radio que se encuentra en disputa entre ambos países), despertó la reacción del gobierno argentino que la calificó de “acto unilateral de agresión”.
Sin embargo, y a pesar de las insinuaciones de defensa militar que dejó entrever el Reino Unido, la Argentina recalcó la intención de solucionar la disputa por medios pacíficos, como el diálogo, la mediación y la negociación. Así, nuestro Canciller solicitó al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de cuyo Consejo de Seguridad es miembro permanente Gran Bretaña, que se redoblen los esfuerzos para la solución de la contienda. Ello tiene especial relación con las Resoluciones de la Asamblea de la ONU 2065 y 3160, referidas a la búsqueda de soluciones a través de la negociación en el conflicto por las Islas y respecto del compromiso de no realizar actos unilaterales.
A su vez, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, aprovechó la visita de la Secretaría de Estado norteamericana, Hillary Clinton, para solicitar la intervención de Estados Unidos – que tan sólo unas semanas antes se había rehusado a apoyar la pretensión argentina en la ONU - en el diferendo en cuestión; lo cual fue considerado por el gobierno británico como “no necesario”, asegurando que se encontraban abiertos los canales diplomáticos.
Más allá de ello, la región latinoamericana ha dado un fuerte respaldo a la posición de nuestro país en cuanto a la soberanía en la última cumbre del Grupo de Río; de lo cual las palabras del Presidente brasilero – Lula Da Silva, no dejan lugar a dudas.

Si bien se ha actuado en esta oportunidad a la altura de las circunstancias, no puede dejar de observarse que la demora prolongada por dos años en la designación del embajador argentino en el Reino Unido no contribuye a dar señales claras y concretas sobre el interés de nuestro país en la solución del conflicto. Debe tratarse de una política sostenida que determine muestras contundentes del legítimo reclamo argentino.

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