martes, 1 de abril de 2008

Conflicto Colombia-Ecuador-Venezuela

La relación entre Colombia y Venezuela estaba ya tensa desde fines del año pasado cuando el Presidente de Venezuela, Hugo Chavez, decidió congelar las relaciones con Colombia en respuesta a la actitud del Presidente colombiano, Álvaro Uribe, de retirar al venezolano su papel de mediador en el conflicto con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).

Sin embargo, la situación se agravó con la muerte en territorio ecuatoriano del número 2 de las FARC, Raúl Reyes, lo que desencadenó la crisis entre los tres países, a pesar de que Venezuela no había sido parte en dicho conflicto. Así, Venezuela reaccionó, no sólo descalificando el comportamiento del Primer Mandatario colombiano, sino también ordenando la retirada del personal de su Embajada en Colombia, a la par de la movilización de diez batallones hacia la frontera con ese país.

Por su parte, Ecuador acusó a Colombia de haber transgredido su soberanía nacional, ordenó el cierre de su Embajada en ese país y la movilización de tropas a la frontera. El Presidente ecuatoriano, Rafael Correa, manifestó "no aceptaremos que, a pretexto del combate a lo que ellos llaman terrorismo, se implanten doctrinas y prácticas inaceptables de falta de respeto a la soberanía de los estados" y agregó que "El Derecho Internacional exigía que nos informasen y que fuera la Fuerza Pública ecuatoriana la que realice la captura, como ya ha ocurrido en múltiples ocasiones, siempre con respeto absoluto a los derechos humanos".

La crisis comenzó a ceder con la Resolución de la OEA (Organización de Estados Americanos), del 05 de marzo pasado, en la que se llegó a una Resolución consensuada. Se reconoció la agresión territorial, es decir, la violación de soberanía por parte de Colombia, pero no se impusieron sanciones. Asimismo, Colombia, para permitir el diálogo, tuvo que sacar del planteo del debate, la mención que quería lograr respecto del compromiso de los miembros de la OEA de luchar contra el terrorismo. Allí se determinó que tanto Colombia como Ecuador deberán recibir una Comisión de la Organización que investigará sobre los hechos ocurridos, que luego sería analizada el 17 de marzo en el encuentro de Cancilleres de los países que integran la Organización. En esta reunión, Venezuela tuvo voz y voto como miembro de OEA, pero no se la trató como parte del conflicto, aunque sí recibió las acusaciones colombianas de tener relaciones con las FARC.

El 07 de marzo, en la XX Cumbre del Grupo de Río, el proceso de distensión tuvo su segundo capítulo. En el marco de esta Cumbre, mecanismo de diálogo y concertación política, se estrecharon apretones de manos y abrazos quedando así disipada (momentáneamente) la tensión del conflicto. Luego de esta reunión, ambos países anunciaron el retiro de tropas de la frontera.

El conflicto, a pesar de los intentos de la reunión del lunes 17 de marzo, no ha quedado totalmente solucionado. Es cierto que dio lugar al restablecimiento de las relaciones diplomáticas y se logró un acuerdo en cuanto a la seguridad regional. Sin embargo, no termina allí, quedando todavía algunas cuestiones confusas.

Por un lado, resulta lógico el resultado de la reunión de la OEA, en tanto condena a Colombia por su accionar. No podía ser pasada por alto la violación de territorio extranjero, cualquiera fuese la razón invocada. Ello porque, de otra manera, se daría lugar a que se cometan acciones de ese tipo, es decir sin permiso, y bajo cualquier pretexto.

Por otro lado, no parece afortunado el accionar del Presidente Chavez, al involucrarse en un conflicto en el que, a primera vista, no era parte. Tampoco resultaron pasibles de mejor calificación sus acciones posteriores, si se tiene en cuenta lo extremo de las mismas. Cabe recordar los insultos que le propinó al Presidente colombiano y su respuesta inmediata de militarización de la frontera, para, luego, a los pocos días, pretender resolver todo con abrazos y apretones de manos.

Da la impresión, que en el contexto descrito, en el que resultaba fundamental no profundizar el conflicto, hubiera, tal vez, resultado más efectiva tomar una posición conciliadora, tal como la tomada por Brasil, apelando a una misión de diplomacia neutral para su solución.

Por Betiana Neubaum (Equipo O12)

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